

(Este es el estado perfecto al que aspiramos todos los que nos involucramos en la espiritualidad. Poco a poco, sin prisas, podemos ir perfeccionando nuestro estado según los esfuerzos que hagamos, o las ganas que tengamos de llegar a nuestro objetivo. Si no se observan pronto los resultados, no se ha de desfallecer y abandonar. Algo que he descubierto en mí, es que cuando hay determinación se llega a la meta. Lo importante es llegar, el tiempo que cueste será diferente en unos y otros, pero el querer llegar modifica el comportamiento que nos hace desistir.
Así que la meta es:
experimentarnos como almas en cuerpos que lo hacen todo a través de esos cuerpos, en todas las tareas que hagamos en el día a día. Al principio nos olvidaremos; es previsible ya que hemos estado siendo conscientes de que solo somos el cuerpo, durante tanto tiempo como hemos existido en él. Pero la insistencia poco a poco hará hábito reconocernos como alma en el cuerpo.)