
El pensamiento individual no es inocuo. Lo que se elabora en la mente actúa en el cuerpo y más allá de él. No importa si se llevan o no a la práctica, ya actúan desde el momento en que cristalizan.

Es muy importante pues, que seamos conscientes de nuestros pensamientos y no dejemos aflorar los negativos: menosprecio, crítica destructiva, etc. En todo caso, no se trata de reprimirlos, sino de disolverlos.

Si los re-primimos…, lo único que conseguimos es condensarlos aún más y, en algún momento van a explotar igual que se comprime demasiado un gas. Cuanto más practiquemos darnos cuenta del pensamiento negativo y dejarlo ir suavemente deshaciéndose en el espacio, más fácil nos resultará hacerlo y se trasformará en algo automático.
El pensamiento influencia nuestra vida y la de los demás; incluso influencia nuestros sueños. La mente cargada durante el día de esos pensamientos negativos que se han ido acumulando, va a generar incluso pesadillas, sueños molestos e incluso insomnio. No será lo que se dice un sueño reparador.
La mente repleta de las imágenes de pensamientos negativos acumulados a lo largo del día, va a desatar ese caos. Algo que no hubiéramos creído posible que pudiera ocurrir, que esos pensamientos tanto de día como de noche en nuestros sueños, perturbaran a nadie que no fuera nosotros mismos, enrarecen el ambiente exterior.