Cuando nos sentimos tan jueces que no dejamos de enfocarnos en los demás viendo sus defectos, sus debilidades, sus exabruptos…estamos menospreciando lo que los demás pueden hacer con ellos, potenciamos esta situación de impoténcia en ellos y en nosotros mismos, puesto que, al hacer esto olvidamos que nosotros no somos perfectos y no nos dedicamos a revisarnos y por lo tanto tampoco podemos mejorarnos y avanzar.
Otro punto importante del hecho de mirar los defectos de los demás y alterarnos por ellos…puede que sea que los demás actuen de espejo de nuestros própios defectos, que no podemos ver en nosotros, y por esta causa no nos guste nada lo que vemos, por ello nos “rebotamos” al ver las actuaciones ajenas.
Criticar, censurar, sentenciar… actos que nos vacian de amor el corazón, en vez de vaciar el nuestro y el de los demás, es mejor enfocarse en el acto en sí, y no en el defecto que vemos en el otro:
Alguna cosa vemos que no está bien hecha, que lo ha colocado fuera de sítio, que la ha puesto torcida…etc, en vez de pensar “mira que incapaz que és…”, “no sabe hacer nada bien…”, “no tiene cuidado…” etc, estaria bien que le dijéramos con amor sutil y solo enfocándonos en el hecho físico en sí: “que te parece, si en vez de ponerlo así, lo pusiéramos asá?” sin reproches internos.
No olvidemos que somos almas, hijos del Alma Suprema, por tanto hermanos/nas, y, que en nuestro interior están todos los tesoros que El nos ha dado, mezclados con los desperdícios que hemos ido recogiendo e incorporando en nuestas vidas, hagamos emerger con estos sencillos actos de amor los tesoros (virtudes) y así potenciaremos que todos podamos avanzar sin quedarnos atrapados en el regaño. OM SHANTI.
Texto: Bk Júlia Estrems
La crítica ajena a modo de advertencia puede ser de gran utilidad para el interesado. Un cordial saludo.
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