Es tiempo de encuentro de almas
Cuando alguien se encamina hacia un despertar consciente lo primero que siente es ruido, un ruido que va creciendo a medida que nos acercamos a la edad adulta. Una especie de electricidad estática que adormece los sentidos, que enmudece el anhelo interno, que hace que nuestra percepción del tiempo se vuelva veloz y sin medida, un punto en el que parece que todo deseo de una vida plácida y plena no sea más que el sueño inalcanzable de un niño o una niña que un día se permitió el lujo de soñar. Muchos a esto lo llaman madurez, una forma de volverse realista, pero que en realidad no es otro síntoma de que la sociedad te ha metido en su vorágine. En el juego de aquellos que se encargan de que te domine la imposibilidad, de aquellos que esperan que creas que la disconformidad es una enfermedad.
Cuando sientes que…
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