
(
¿Todo el mundo que en los momentos de pesar claman al Único van a estar equivocados? Cuando todos nuestros recursos interiores se han agotado, cuando ya no tenemos donde acudir, se nos puede escapar, aunque no seamos creyentes, un: ¡Oh, Dios mio! ¿Va a ser esto un signo de que ya no podemos más, o puede que sea el único recurso que nos queda, el único refugio que podemos alcanzar? ¿Es este un recuerdo residual que hay en nuestro interior y que hemos estado negando porque hemos perdido toda la fuerza ya? Por muchos eruditos, sadhus, santos, santas, monges, monjas, teólogos.., etc., habrá una única cosa que recordemos en nuestro momento final
si realmente queremos zafarnos del infierno en que estamos todos metidos: al Padre del alma, nuestro Baba, el Dios Universal para todos. Si pese a todo nuestra mente, estresada por la última experiencia vital, divaga en cosas mundanas cómo, familiares, mascotas, riquezas, posesiones…, nos vamos a negar un destino más elevado. Pero si ha sido así, tampoco lo lamentaremos puesto que el drama ya está escrito. Pero esta conclusión no puede ser nuestro colchón,
lo hemos de intentar al menos; es la paradoja. Por eso
se necesita un largo ensayo de recuerdo.