(Si no nos lo repetimos tropecientas mil veces en lo que nos queda de vida, lo olvidamos igual que se olvida aquello que queda detrás, después de correr la cortina. Dios dice que es muy fácil. De echo así es, sólo Le hemos de recordar a lo largo del día, cada día…., pero eso también es lo difícil, porque lo que va aconteciendo tira de nosotros con mucha fuerza. Dios no nos exige que hagamos contorsiones, ni ayunos, ni que cantemos mantas interminables. Él dice: ¿Para que quisiera Yo todo eso? En cambio, nuestra conexión intermitente con Él durante el día, nos irradia Su energía purificadora, y, sin darnos casi cuenta nos vamos limpiando de los detritus que genera este mundo en que vivimos (infierno). Este infierno en el que vivimos, cuando se transforme en el paraíso (la tierra de la felicidad), hemos de estar a juego con él, “gente limpia para el mundo limpio”. La residencia natural de las almas humanas, es la tierra de la paz,; vamos allá antes de volver a bajar al mundo físico.)