(¿Cómo nos sentimos las personas cuando vemos este mundo tan compartimentado? Cuando llevábamos poco tiempo aquí, de niños, nunca nos planteamos que se necesitasen pasaportes ni permisos especiales para ir de un lugar a otro del planeta; seguro que la mayoría pensábamos que había suficiente con tener dos piernas y muchas ganas de aventura. Ahora, cada vez más, es muy difícil moverse de un país a otro, y no digamos ya…, instalarse a vivir en él. Cómo Dios dice, este mundo ahora está roto en mil pedazos. De la intranquilidad que surge de ello, nacen las guerras. Ahora el mundo está sumido en esa intranquilidad; hay un sentimiento latente de que eso no puede continuar de ese modo. Pero mientras ese estado mundial no termine, necesitamos que al menos en nuestro interior reine la paz. En toda guerra hay refugios y la mente es el lugar donde únicamente se puede experimentar la paz que existe en cada uno de nosotros. El Padre nos recuerda que nosotros las almas, no hemos de buscar la paz a fuera, porque nuestro estado natural es la misma paz. En el exterior la paz se extinguió cuando nos involucramos en los vicios hace 2500 años. La esperanza es que el mundo continúa dando la vuelta en un ciclo, y este está a punto de terminar y todos los pedazos se volverán a reparar.)