

(El agua oxida el hierro, pero el oro no se oxida ni con el agua ni con el aire. Solo se oscurece el oro cuando hay mezcla en él. El oro puro, real, se mantiene inalterable.
Si nos comparamos con el oro puro que antes había sido el alma.., veremos nuestras propias carencias -también podremos entender qué es lo que hay que hacer para recuperar nuestra realeza- El que está más allá del ego y del apego nos da una señal para conseguirlo: “yo, y, mio” son las palabras clave que nos va oxidando y nos va desluciendo. Así pues…, ya lo sabemos: eliminar estas palabras (literalmente) del vocabulario, puede que nos hagan conscientes de lo que hay que hacer. ¡Hacer la prueba!; habrá un antes y un después. Al menos nos daremos cuenta de las veces que decimos yo y mio. Sabremos cuán egoístas somos y cuán apegados estamos. Cuando somos conscientes de algo, eso lo podemos rectificar.)