

(¿De donde surgen las guerras?
Se podría pensar que de mentes violentas, pero el inicio de la chispa de una guerra proviene de la disputa territorial, de la disputa de conseguir más alimentos, de conseguir agua, etc.., del mantenimiento de la propiedad exclusiva. Nos sentimos amenazados cuando se nos quieren arrebatar; entonces, si no se repara, la mecha prende.)
[Hoy el Padre nos bendice con sus más elevados deseos: “sed un invitado en vuestra casa” Cuando tenemos el sentimiento de pertenencia, hay el miedo a su pérdida.
Un invitado lo usa todo sin tener ese sentimiento, y, así es como Dios nos quiere: desapegados, livianos, sin egoísmo, desprendidos de todos los apegos. Así también, cuando llegue el momento de “perderlo todo”, casa, amigos, familiares, posesiones, el propio cuerpo.., nos elevaremos fácilmente y sin dolor. Nos llevaremos todo lo que no es físico allá donde no hay nada físico. Por eso es que hay que desprenderse también de los sentimientos negativos, los que hacen sufrir al alma, nuestro yo elevado; allí donde se hará el viaje de retorno, solo hay paz, por ello en nuestro espíritu solo ha de caber la paz, y Su recuerdo casi visible. Seamos pues invitados en “nuestra casa”.]