
¿Nos hemos planteado alguna vez para qué sirve la vida? ¿Para qué hemos venido ahora en estos últimos tiempos del ciclo del mundo? Estos tiempos son muy especiales. Esta última vida que vivimos, es la más importante de todas las que hayamos desarrollado. Esto únicamente se podrá plantear a quién entienda que no hemos tenido una vida sólo.
Cuarenta oportunidades se reparten a cada uno de nosotros para despertar la semilla dormida y llegar a florecer.
*La primera la recibimos al nacer en esta última vida.
*La última la recibimos al dejar este mundo viejo.
La primera es muy bien aprovechada y la última oportunidad de despertar.., generalmente no hay otro remedio que hacerlo.
Podemos distinguirlas en los reveses y las alegrías que hemos ido recibiendo en el transcurso de esta vida actual. Han sido pulsos que hemos mantenido con ella. Hemos sobrevivido a ello, ¿no es así?
Seguramente habremos aprendido de todo ello.., o no. A lo mejor nos sobrevienen muchas quejas, puede que no hayamos comprendido de que va esta vida si nos sentimos traicionados por ella. Eso será señal de que no hemos apreciado las oportunidades que nos han “tocado”.
Alguien dijo alguna vez, que si entre los cuarenta o los cincuenta años, no se produce una revolución en nuestro interior, es que no hemos entendido nada. No se trata de una revolución física…, que puede que empiece por ahí también. El sentimiento es, como apearse de un tren que nos ha llevado vertiginoso, sin detenerse en ninguna estación. La revolución se basa en apearse sin esperar que se detenga…, sino, ya seria demasiado tarde, nos habríamos perdido la penúltima oportunidad.
En este apeadero forzado, puede que nos hayamos lastimado, y mientras nos lamemos las heridas tendremos tiempo para recapitular y comprender las oportunidades que nos visitaron y de las que no fuimos conscientes. Así pues.., repasemos y lleguemos a nuestra autorealización: ¿Cuales han sido mis 40 oportunidades para despertar? ¡Garantizado que las ha habido!