
Cuando alguien pronuncia la frase: “Dios no existe”, una felicidad a la vez que una gran ternura me invade el corazón del alma, porque intuyo que esa persona/alma, está deseando con todas sus fuerzas tener un atisbo de Su luz. Intuyo que interiormente sigue buscándoLe. Oigo esa frase como un lamento desesperado. Oigo ese lamento lanzarse al viento para que alguien o Algo lo recoja y se lo devuelva con un regalo adjunto, igual como el “boumerang” que retorna al lugar del que proviene.