
Mientras estamos preparando la comida, desde el principio hasta el final; a partir de que se empiezan a lavar, cortar las verduras u otras cosas, cocinarlas y ponerlas en los platos…, los pensamientos que vamos desarrollando inciden directamente sobre ellos a nivel energético. Y eso.., será lo que se coma; podrá beneficiar o podrá perjudicar a nuestra salud o a la de los demás comensales, sin que dependa de la calidad de los alimentos. Se puede cocinar el alimento más sencillo que haya y aún y así podría ser el más delicioso y beneficioso si se ha elaborado teniendo cuidado de no dejar entrar en nuestra mente pensamientos negativos, críticos, tristeza, violentos, etc.
Si tenemos conciencia de que somos el alma, cocinemos con esta conciencia, puesto que el alma es la personificación de la paz, el amor, la felicidad…, y se impregnará con todo ello la comida que hagamos.
Si en nuestro interior hay un lugar para Dios…, mientras cocinamos, le hacemos un lugar en nuestra cocina. Cocinamos con Él. Sus virtudes divinas beneficiarán a quién coma los alimentos confeccionados en Tal Compañía Divina.
Si no tenemos sentimientos tan espirituales como los anteriores, y lo nuestro es más a nivel de energías.., cocinemos con la mejor energía que podamos mantener en nuestra mente de una forma pacífica y estable. Eso también va a proteger los alimentos que todos se coman.