
Parece muy difícil interpretar lo que se siente, trasladarlo a palabras para que puedan ser entendidas. Es un reto para el intelecto y muchas veces, las que más, no se consigue. El poema, debido a sus trazos abstractos puede acercarse al sentimiento, pero al sentimiento del que escribe, no así al sentimiento del que lee. Puede que el trazo gráfico, la pintura, el esbozo.., lleguen más profundamente a trascender las propias barreras y comunicar mejor lo que hay en nuestro interior. La música es aún más penetrante, toca lugares y recuerdos y los hace emerger más vivamente. Sin embargo…, lo que hay en nuestro interior solo lo podemos sentir nosotros mismos.
De hecho, en los trances más importantes nos encontramos solos, nadie nos puede acompañar en nuestras experiencias más personales y profundas de nuestra vida.
Me he sentido así en los momentos más esenciales, rodeada por amigos y familiares, pero en mi experiencia interior sola; nadie me podía acompañar allí donde me encontraba. En el instante de nacer…, estamos solos en esta experiencia. El momento de dar a luz es un trance en el que nadie te puede “acompañar”. En el momento de morir…, podremos estar rodeados por los que más nos quieren, pero.., ellos se van a quedar allí.
Estos son ejemplos físicos, pero en una depresión…,
“la cárcel” la tenemos solo para nosotros; los demás abren la puerta, pero nosotros nos quedamos allí, solos, sin querer salir. Estamos solos incluso en nuestras decisiones.
El sentimiento de soledad desaparece cuando hay Alguien que nunca se ausenta de allí, de esos recónditos rincones del interior.
Ese que nos acompaña incluso allí en donde nadie nos puede seguir, Ese que solo con pensar en Él se presenta al instante.., a Ese…, le rindo mi más agradecido homenaje, mi más agradecido amor. Cuando haces de Dios tu Compañero.., nunca jamás vas a volver a estar solo.