
-Siempre he tenido una gran admiración por los santos, pero especialmente por- Santa Teresa de Jesús.
Alguien hoy me ha hecho reflexionar sobre ella, sobre su sufrimiento latente. Sobre las muchas experiencias de Dios que tuvo y del goce que experimentó al tenerlas. En la religión cristiana se habla de éxtasis: el éxtasis de santa Teresa. Pero aún y así había un sufrimiento implícito para poder mantener esta conexión con Dios.
Me preguntaba el porqué. Si ya tenia esta conexión…, ¿porqué temía hasta el sufrimiento el perderla? Recuerdo un verso de un poema suyo: “…y muero porque no muero” Nunca había entendido este verso hasta hace poco. No comprendía porqué alguien muriera por no morirse. Entiendo que muere espiritualmente a causa de no morir físicamente, o al revés, que aunque levemente diferente, tiene el mismo desenlace: sentir que aquello que te elevó está desapareciendo.
Me pongo en su piel y puedo entender ese sufrimiento acuciante que le destrozaba por dentro, en medio de la felicidad extrema de sentir a Dios. Vivimos en un mundo dual en que la felicidad dura poco y da paso inminente al pesar que dura más. Eso es exactamente lo que creo que le roía interiormente y no le dejaba gozar completamente de ese privilegio reservado a unos pocos.
Le faltaba un ancla potente que la vinculara a esa conexión Divina y que la librara del temor a perderla. Para mi entender, le faltaba el conocimiento verdadero que imparte El Alma Suprema, Dios, en estos últimos instantes del ciclo de 5000 años. Santa Teresa de Jesús, si se encuentra entre nosotros, no tendrá ese sufrimiento si ahora está estudiando en la Universidad Espiritual Mundial que Dios, el Padre ha establecido para volver a dar el conocimiento verdadero del alma, del ciclo y del drama que todos estamos representando.
Cuando recibimos el verdadero conocimiento de Dios…, cejan el sufrimiento, las incógnitas y las reclamaciones, y se abre paso el verdadero goce del amor y la paz espiritual sin temor a perderlo. Pero solo nos lo puede dar Él.