
La vida de cada cual tiene una duración determinada, pero un viaje es como si se tratara de un paréntesis diferente de tiempo dentro del tiempo vital. De hecho, cuando viajamos o estamos de vacaciones, la percepción del tiempo cronológico es distinta a como lo vivimos en nuestra vida. Reflexionando sobre ello me doy cuenta que lo mismo ocurre cuando lo contemplamos bajo la perspectiva de alma.
Cuando iniciamos este viaje vital desde donde no existe el tiempo cronológico pero sí el eterno, nos quedamos atrapados en el tiempo, en el ciclo de 5000 años que dura este viaje; pero a diferencia de los vacacionales…, éste, comparado con la eternidad de donde venimos, aunque tardemos 5000 años en volver a casa, dura una nimiedad. Depende de nosotros si lo vivimos como unas vacaciones intensas y divertidas, o si las vivimos como una constante zozobra deseando volver a casa. Experimentamos de todo en las vacaciones, pero las vivimos como una aventura.
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