
La esencia de las palabras y de las historias se pierde con el paso inexorable del tiempo. Entonces solo queda la literalidad del hecho o de la palabra y es cuando se cometen tales actos absurdos y faltos de significado y que vamos repitiendo año tras año por el solo hecho de repetir una tradición que nadie sabe de donde viene; como es el caso de: sacrificar el caballo, sacrificarse en Kashi, aplicarse los silicios…, etc., etc.
Ahora , en estos últimos tiempos del ciclo, el Padre, nos habla de sacrificar el “caballo”, como lo hizo hace 5000 años. El alma está sentada en el caballo (cuerpo). No se trata de matar a ningún caballo como esa tremenda tradición que existe en algún lugar; tampoco se trata del suicidio como antes ocurría en Kashi, en donde la gente se lanzaba en un pozo profundo en cuyo fondo estaban lanzas y espadas clavadas; ni tampoco la práctica de la auto tortura con los silicios, etc.
Solo se trata de ser conscientes de que NO somos el cuerpo. Ser conscientes profundamente de que somos almas y cortar toda consciencia de cuerpo. Eso es…, cuidar el cuerpo que nos sirve de vehículo; no creer que el cuerpo es todo lo que soy. No vivir solo para los placeres sensuales, sino, alimentar al alma con la espiritualidad y el conocimiento Divino; eso es: “sacrificar el caballo”.