
71.- Si Dios tuviera ojos me sumergiría en ellos, pero como no los tiene, me sumerjo en Su luz. Cuando estamos así de embelesados hay la experiencia de una sublime felicidad. Cuando sea solo un alma regresaré a Esa Luz que apaga toda oscuridad y cuando llegue el momento, volveré a tomar un cuerpo, el primero de un continuo renacer, y así un hermoso eterno fluir desde Su Luz a la experiencia vital.