
Mientras trazo estas líneas de escritura intento plasmar la experiencia. Si no hay experiencia las palabras suenan vacías. Son como cáscaras de un fruto vano sin la parte esencial que les da nombre.
Esta madrugada experimentaba la forma de comunicar el entendimiento del alma. Me parece indispensable comprender, hasta la experiencia, el concepto alma. Puedo entender, puedo comprender, puedo aceptar que hay almas en los cuerpos, pero ese es el primer paso, absolutamente indispensable, cierto, antes de llegar más allá del entendimiento, la comprensión y la aceptación; la experiencia. Si no hay la experiencia…, ello solo va a quedar en un concepto totalmente intelectual. Es como si nos quedáramos en medio del puente y contempláramos el otro lado sin llegar a cruzar; finalmente habríamos visto lo que hay ahí, volveríamos atrás por nuestros pasos y olvidaríamos al cabo del tiempo.
Elaborar similitudes de la metáfora que se quiere esclarecer, creo que es la mejor manera de transferir la experiencia.
Hay algo que nos habría de hacer reflexionar:
¿Que está ocurriendo en un cuerpo que se mantiene artificialmente vivo? ¿Un cuerpo que está conectado a una máquina que mantiene activas sus funciones vitales? Hablan de muerte cerebral, pero si el cerebro estuviera muerto.., se desharía, seria totalmente inservible. El cerebro es una parte física, como el cuerpo inerte en la unidad de mantenimiento vital, siguen funcionando artificialmente a la espera de algo. ¿De qué..? Es…, como si estuviese al ralentí, yéndonos hacia la metáfora de un
vehículo estacionado temporalmente. Un coche aparcado con el motor en marcha sin el conductor, que, probablemente habrá ido a buscar algo que precisaba con urgencia, va a volver en cualquier instante. Así mismo, un cuerpo al que han conectado a ese tipo de máquina está esperando a que el alma, la energía vital con consciencia, vuelva a ocupar su lugar de mando. Mientras el alma siga ausente…
Es absolutamente necesario llegar a esa experiencia para comprender nuestra totalidad como seres humanos. Si llegamos a experimentarnos como dos elementos: ser y humano (ser: alma; humano: cuerpo), tendremos la clave de la espiritualidad. Esa llave nos abre las puertas de la verdadera comprensión: la auto-realización.