
En estos tiempos, Dios está al alcance de todos; de todo el que quiera tener una cercanía con Él o que crea en Él.
Para el que no cree que exista ese Ser, no va a existir para él; como la persona ciega que no puede ver la flor hermosa que hay en frente de ella; sin embargo, al igual que el que no goza de visión puede sentir su fragancia, así mismo quién Le ningunea podrá tener la experiencia de “algo” especial a poco que desarrolle su sensibilidad.
Dios no es omnipresente como aseguran muchas creencias. Como el diamante fulgente que esparce sus rayos de luz reflejadas en todas sus facetas, Dios no se coloca al lado de cada uno de nosotros, sino que sus rayos de luz amorosa nos alcanzan si deseamos sumergirnos en ellos; como entrar en la corriente de un río: El río fluye ante nosotros; no vamos a esperar que la corriente llegue a nuestro lado para poder zambullirnos en ella.