luminiscències 2013/2025

Tu pensamiento construye tu realidad

Nunca es tarde para sentir el amor de este dulce Padre.

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Un día en una reunión familiar salió el tema de la espiritualidad. Ahí habían muchas dudas, muchas reticencias, mucha incredulidad .., es normal que todo esto se exprese porque sino no habría conversación. Pero poco a poco se hizo un silencio seguido de una atención, que no tensión, impactante; cuando esto ocurre es porque se ha conectado con lo más sutil de nosotros mismos, se está en sintonía con muchas preguntas no contestadas acumuladas en el interior y esperamos respuestas en la experiencia del otro, o, al menos sentir que el otro también tiene las mismas inquietudes.

Si esto hubiera pasado varios años atrás, cuando aún no había iniciado este camino de conocimiento en el que estoy, seguramente me hubiera sentido incómoda; Anteriormente si unas palabras mías causaban este silencio en los otros, me paralizaba y entonces perdía el hilo y la atención de los demás. Pero no fue el caso, no me desconcentré y seguí relatando conocimiento de Raja Yoga y experiencias propias. Después de un rato, cuando ya se había terminado el tema, la persona más vieja del grupo familiar, se me acercó y con un hilo de voz me dijo resignada, -qué lástima, yo ya he hecho tarde, qué le vamos a hacer …- Entonces sí me quedé muda, sin saber cómo decirle que nunca es tarde para sentir el amor de Dios.

No atiné a explicarle la experiencia de mi padre que se preguntaba, después de verse postrado en la cama durante un año en el hospital paliativo, ¿qué hacía él allí en ese cuerpo que no funcionaba, qué más había de pasar para poder dejar el cuerpo y restar en paz? Me había dicho muchas veces, que aquello era un castigo de Dios por haber renunciado a Él, decepcionado por todo lo que había pasado en la guerra civil, y, tantas veces le había repetido que Dios no castiga a nadie, que somos nosotros mismos los que no se perdonan.

No pude confesar a aquella persona que mi padre descubrió aliviado, que una chispa de amor por Él aún restaba en su pecho. No le pude decir que después de un rato de haber dejado el cuerpo, en su rostro había quedado impreso, como en una fotografía, el instante de éxtasis logrado de la felicidad, tal vez por haberse reencontrado con Él. No pude compartir con esa persona vieja, que solo es necesario un instante para recuperar la relación con Dios, la Madre / Padre que nos acoge sin preguntas; que nunca es tarde; solo se necesita un segundo.

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