
151.- Cuando en estado meditativo hacemos brotar el sentimiento de amor genuino y limpio del corazón del alma, se producen unas ondas expansivas suaves que llegan como un soplo de aire fresco oxigenando la mente nuestra y de otros; como si en un lago de aguas estancadas en peligro de putrefacción le entráramos aguas nuevas recuperando así su vitalidad.
Esta es una experiencia que llega de la mano de esta frase: “cuando yo cambio, el mundo cambia”
