
La Gran Madre Espiritual es Dios. Él, como Madre, nos capacita a aprender a transformar el alma casi sin darnos cuenta de ello. Ya que su gran virtud es el amor que tiene por sus hijos, espíritus y Su gran firmeza que le da ser tenedor de la Verdad.
Si recuerdo la perfección del aprendizaje, me viene la imagen de mi madre en particular: en ella había firmeza y un gran amor por mí, su
pequeña hijita, (ahora también recuerdo sus cómicas persecuciones detrás de mí, alrededor de la mesa .., pero lo que de verdad queda .., es su amor y firmeza, su sabiduría). Nunca me exigió que hiciese nada, y aún así yo lo hacía; incluso aprendí a cocinar sólo viendo con el amor que lo hacía ella.
Nuestra Gran Madre Espiritual nos recuerda que la hemos olvidado; nos recomienda que volvamos a hacer conexión con Ella porque así es como La conoceremos. Nos hicimos una idea de cómo es Dios, a través de escrituras de segundos, terceros, cuartos, y quién sabe cuántos más vertieron cucharada; ya se sabe .., el nombre de Dios fue una herramienta y otras veces un arma poderosa, usada para controlar e incluso para aniquilar pueblos enteros en nombre de Él. Ahora, Él nos dice que es hora
de volverlo a conocer sin influencia de otros.
Dios dice: “Recordadme sólo a Mí” Esto quiere decir que dejemos atrás todo lo aprendido de cómo nos han dicho que es Dios, de tantos siglos hasta ahora. Dios dice: “Tened conciencia de que sois almas, al igual que Yo soy un alma; no hay diferencia entre Yo y vosotros, los hijos, en eso. Somos puntos infinitesimales de luz pura, sólo que vosotros naceis en cuerpos a través de una matriz y Yo no. “ Esta es la única forma de poder conectar con Él, y apreciar la belleza, la firmeza y el amor de la Gran Madre Espiritual y así, aprender a volvernos como ya habíamos sido: como Dios.
